06/11/13
EVA DOU. THE WALL STREET JOURNAL…
WUSHU VILLAGE, Taiwán—En 1978, una orquídea amarilla apodada P. Golden Emperor ’Sweet’ cambió de manos entre floricultores taiwaneses por US$100.000. Hoy en día, este tipo de flor sale de los invernaderos de Taiwán a los estantes de grandes minoristas alrededor del mundo por apenas US$5,48.
Al igual que con los televisores de pantalla plana y las computadoras portátiles, la alguna vez rara orquídea se ha convertido en un producto masivo. En Estados Unidos, por ejemplo, es la flor en maceta más vendida, con un facturación anual que supera la de la poinsetia, o flor de Navidad, según el Departamento de Agricultura del país.
Detrás del cambio están los empresarios de Taiwán, que han trasladado al cultivo de orquídeas la energía y los métodos aplicados en la fabricación de electrónicos de consumo. Un resultado es familiar para muchas empresas de electrónicos: aunque las ventas globales de orquídeas están creciendo, los márgenes de ganancia se están reduciendo.
“Una orquídea ya no vale lo que solía valer”, señala Wu Po-Hung, uno de los cultivadores de orquídeas más grandes de la ciudad de Tainan. “Aprendimos demasiado bien cómo cultivarlas”.
De las llanuras húmedas al sur del condado de Tainan surgen parcelas de invernaderos que unen a decenas de pequeños floricultores. Cada uno se especializa en una etapa específica del ciclo de producción, desde la germinación, hasta la siembra en una maceta.
En conjunto forman una intrincada cadena de producción de orquídeas que puede cultivar flores según las especificaciones del cliente. Su eficiencia se asemeja a la de las líneas de ensamblaje de Hon Hai Precision Industry Co., 2317.TW +0.27% el contratista taiwanés que fabrica iPhones y iPads para Apple Inc. AAPL -2.49%
En general, desde que en 2004 EE.UU. permitió la importación de orquídeas en macetas, el precio mayorista de la flor ha caído cerca de 30%, en términos reales, según cifras del Departamento de Agricultura de ese país. Las plantas de orquídeas más pequeñas se venden ahora por 100 nuevos dólares taiwaneses, o US$3,33, dice Wu.
Ha sido un revés para este floricultor cuya familia empezó cultivando orquídeas en el techo de su casa como un pasatiempo. Su padre lo convirtió en un negocio después de descubrir que podía ganar más dinero vendiendo las flores a coleccionistas que en su trabajo como mecánico de aviones.
Aún existe un mercado para orquídeas raras. Pero ha estado de capa caída desde mediados del siglo XX, cuando horticultores dieron con la forma de clonar las orquídeas a partir de células de tejidos.
Durante siglos, cultivar orquídeas era una especie de misterio. Sus semillas de consistencia parecida al polvo florecían sólo si aterrizaban en tipos particulares de hongos. Crecían preferiblemente colgadas de árboles y rocas en las selvas de América del Sur y el sudeste asiático.
El negocio de cultivo de orquídeas en Taiwán y su principal rival, Holanda, se centra en la phalaenopsis, u orquídea mariposa. Originaria de Taiwán, es popular entre los clientes internacionales debido a sus pétalos completos en rosado, púrpura, blanco y amarillo.
En los años 80, el gobierno de la isla transformó ingenios azucareros no rentables en invernaderos para orquídeas. Siguiendo el modelo del sector tecnológico, los pequeños cultivadores se agruparon en cadenas de producción.
Las plantas de semillero pasan por tres etapas de crecimiento de entre cuatro y seis meses, usualmente bajo el cuidado de diferentes horticultores, y en cada una de ellas son colocadas en macetas sucesivamente más grandes. Luego son enviadas al extranjero. En un invernadero en EE.UU., una dosis de frío lleva a las plantas a florecer. Luego pasan a la etapa más rentable: las ventas minoristas.
El proceso le ha permitido a Taiwán convertirse en el mayor productor mundial de orquídeas por envíos (Holanda es el primero por ingresos), aunque se queda con parte de las ganancias. Es un techo que las empresas taiwanesas han tocado repetidamente: desde la fabricacion de portátiles hasta los palos de golf.
“Los cultivadores de orquídeas taiwaneses no pueden hacer mucho, salvo reducir los costos para mantenerse al frente”, dice Ting-Fang Hsieh, director del Centro de Investigación de Floricultura del gobierno taiwanés. Aunque tiene producción a escala industrial, la mayor parte del negocio es dominado por familias que se concentran en una sola fase de la cadena. Eso, para algunos, es lo que le resta rentabilidad.